En “Paisaje Ritual” Francisco Muñoz retoma un concepto de integración espacial con el fin de formular una situación de carácter escenográfico en la que intervienen dos conjuntos de piezas. Por un lado, una serie de pinturas circulares que buscan remitir a los chimallis o escudos utilizados por los antiguos mexicanos. En cada una de ellas, Muñoz ha buscado dar forma a un signo mediante una paleta limitada de colores y una serie de motivos que, aunque reminiscentes del arte clásico de Mesoamérica, no guardan consideraciones arqueológicas. En la lógica de la serie también hay una sustitución de elementos en los que, por ejemplo, el acrílico toma el lugar de los minerales o el grafito el del oro. Con sus soluciones plásticas y sus títulos derivados de la arqueología institucional, las obras buscan apelar a ideas preconcebidas en el espectador sobre las culturas del pasado y su producción material. Algo similar sucede con el montaje de las pinturas dentro de un espacio escenográfico que podría traer a la mente imágenes tópicas sobre representaciones de templos o de museografías tradicionales empleadas en salas de exhibición de objetos arqueológicos. Esta apariencia se refuerza con la presentación del segundo conjunto de piezas: cuatro cerámicas que también apelan a la cultura material del pasado, a imágenes comparAdas, sin perseguir una intención de recreación o réplica. De esta forma, pinturas y cerámicas guardan cierta ambigüedad como objetos artísticos que, simultáneamente, remiten a instrumentos - en este caso, de un fuerte carácter bélico. -
- Daniel Garza-Usabiaga.