Paul Cézanne observó que pintar en gris hace al pintor: “On n’est pas un peintre, tant q’on n’a pas peint un gris”. Esta idea, postulada en el contexto del siglo XXI, tal y como lo sugiere el filósofo Peter Sloterdijk, convalida al gris como principio cromático donde se hallan las claves complejas de la vida y del pensamiento. Asimismo, la lección cezanniana sobre un color que apenas asoma la luz, comporta conocer los significados comúnmente atribuidos a éste, tales como la neutralidad, la indiferencia, la medianía, la apatía, el espacio sin ley o la actuación desde las sombras.

La artista Magali Lara (Ciudad de México, 1956) ha confrontado el gris en una búsqueda localizada dentro de los confines de la poesía visual. Para ello, Lara ha desarrollado un lenguaje plástico sofisticado al tiempo que directo, donde pintura y dibujo se funden en un espacio gestual poblado de objetos, elementos, sentimientos, emociones, estados de ánimo y flores. Artista de culto, Lara comenzó su trayectoria a partir de la representación de viñetas y narraciones de objetos animados de impronta feminista —no exentos de ironía y humor—, con una marcada influencia del cómic y las novelas gráficas. En cuatro décadas, la artista ha configurado un importante cuerpo de series pictóricas caracterizadas por manchas y atmósferas cromáticas, que exploran las tonalidades políticas y poéticas de la grisalla desde la experiencia femenina. Asimismo, Lara ha producido una colección de libros de artista donde la relación entre imagen y palabra modula potentes reflexiones personales sobre la sexualidad, el deseo, la muerte, el amor y la maternidad, así como la levedad y los reveses de la existencia.

La sólida reputación de Magali Lara, quien ha dedicado muchos años a la docencia del arte, data de su participación, al final de los años setenta, en el grupo Março de investigación semiótica urbana. Desde entonces, Lara dedicó tiempo a contribuir a los debates sobre el lenguaje y la diferencia sexual que, más adelante, conllevaron a adoptar modalidades experimentales y publicaciones. De acuerdo con sus propias palabras: Estábamos buscando una manera de trabajar desde otro lugar, desde una diferencia. No solamente por las experiencias del cuerpo femenino, del cuerpo sexualizado de una cierta manera. Había una idea de buscar una experiencia, de crear cierto tipo de objetos, cierto tipo de experiencias artísticas que tuvieran que ver con una manera de entender el cuerpo diferente, inclusive una manera de un cuerpo que estaba constantemente censurado, constantemente violentado, constantemente definido por una autoridad.

La obra de Lara desgrana las zonas grises de la intimidad y la cotidianidad femenina, sin desdeñar las posibilidades activistas de la pintura post pictórica. Su práctica rigurosa, basada en el trabajo constante en el estudio, le ha permitido emprender a lo largo de su carrera numerosas colaboraciones con otras artistas, poetas, escritoras y músicos, desde donde ha potenciado las posibilidades de expresión de la pintura y el dibujo, no como entidades binarias, sino como las partes de un todo.

Esta primera exhibición individual en la galería RGR destaca un conjunto de trabajos realizados en diferentes años con piezas al óleo, gráfica, gouaches, un textil y libros de artista. La muestra incluye un núcleo de la serie temprana Miedo y la instalación Glaciares, donde Lara ha demostrado que su gran habilidad para pintar en gris va de la mano de la mutabilidad retiniana, atmosférica y metafórica del color que mejor enuncia la subjetividad del presente.

Gabriela Rangel