La primera gran retrospectiva de Victor Vasarely en Francia está teniendo lugar en el Centre Pompidou y estamos muy orgullosos de contar obra suya dentro de nuestra colección.
A través 300 obras, objetos y documentos distribuídos en 7 núcleos, Vasarely Le Partage Des Formes, plantea un recorrido cronológico y temático entre las distintas facetas de la obra del artista y de todos los aspectos de su producción: pinturas, esculturas, múltiplos, integraciones arquitectónicas, publicidad y estudios de sus inicios. Para entender cómo se concibieron sus enormemente populares imágenes en el contexto de la guerra fría, habrá que remitirse directamente a su formación y a sus primeras experiencias profesionales. Vasarely fue aprendiz de Sandor Bortnyik, personaje cercano a la escuela de Bauhaus. Con Bortnyik, Victor aprendió a adaptar el lenguaje del modernismo a un formato comercial, y fue en este rubro, el de la publicidad, que el joven artista húngaro aplicó estas primeras inquietudes materialmente.
La convicción vital de Vasarely se puede resumir en unas cuantas palabras: “El arte puede cambiar la vida”, pero para que esto suceda, éste debe cambiar también; tanto en su forma de concepción, como de producción y difusión. La manera en la que él veía la producción estética siempre estuvo relacionada a memorias de su cotidianidad. Ya fuera a través de la ventana de un tren en movimiento; en los patrones del vendaje que rodeaba su mano, o en las imágenes que diáfanas se vislumbraban detrás de un entorno con neblina: la vibración de líneas y los fenómenos ópticos ilusorios, él los había experimentado ya antes de llevarlos a sus famosas obras. Vasarely entendió que si el arte iba a gestionarse como un agente de cambio social importante, lo primero que había que hacer era secularizarlo. Con lo anterior en mente y con las referencias que había aprehendido hasta ese momento, resultó claro que el rumbo en torno al cual se iba a lograr el cometido, era a partir de un “alfabeto plástico universal” que, al trasladarse a la arquitectura, estaría presente de lleno en la vida diaria de la sociedad general.
Victor Vasarely fue un creador de universos imaginarios; hasta qué punto la cultura visual de los años 60 y 70 estuvo influenciada por su labor creativa es algo difícil de calcular. Su aproximación hacia la abstracción geométrica y óptica generó todo un formato visual dentro de la ciencia ficción, y su interés por democratizar el arte fue tan exitoso que bien podríamos considerarlo el Andy Warhol europeo. Bastará con mencionar, para dimensionar su alcance popular, que una portada tan icónica como la del Space Oddity de David Bowie, es de su autoría. Más que reducir a Vasarely como inventor del arte óptico-cinético, seguramente, deberíamos pensar en él como un verdadero astronauta estético, un descubridor de dimensiones plásticas que, hasta la fecha, representan columnas de carga en la estructura de nuestra memoria visual.
La exposición del Centre Pompidou Vasarely Le Partage Des Formes, representa no solo una conmemoración del legado que este creador imprimió en la cultura popular de todo el mundo, sino un reconocimiento; una toma de consciencia de que el universo plástico que concibió sigue presente y permanece relevante. Más que realizar una típicia retrospectiva cronológica sobre el “Gran Artista”, los comisarios Michel Gauthier y Arnauld Pierres, buscaron adentrarse en el “algoritmo” de Vasarely, desentrañar el cómo y los por qué de su titánica misión por secularizar el arte. A modo de conclusión, habrá que decir que las obras de Victor Vasarely no solo han sobrevivido al paso del tiempo inmejorablemente, sino que la fundamentación ética que impulsó su labor creativa es, quizás más que nunca, una máxima en la concepción de la labor artistística contemporánea: el arte debe cambiar la vida.