Desarrollado por primera vez en 1974, Ambiente Cromointerferente desafía la noción de obra de arte y espectador como entidades separadas.
Esta obra proyecta una secuencia de franjas de colores paralelas dispuestas verticalmente utilizando la luz sobre las paredes, el suelo, el público, los objetos y el espacio. Se experimenta un estado de movimiento desorientador a medida que el espacio sobre el que se proyecta transforma y vuelve transparente todo lo que hay en su interior. Esto crea un ambiente donde las personas y los objetos se vuelven uno con la obra, adquiriendo el doble papel de actores y autores en un complejo evento cromático que se desarrolla ante tus propios ojos.
Al cambiar la relación entre el espectador y la obra de arte, Carlos Cruz-Diez saca a las personas de las sombras y las coloca firmemente en el centro de atención.
La Cromointerferencia (1965) se compone de dos capas; en su base hay una secuencia de franjas de colores paralelos dispuestas verticalmente que cambian de color dependiendo de la distancia y el movimiento del espectador. Encima hay una superficie transparente con un patrón formado por líneas negras que crean interferencia. Puede ser estacionario (haciendo que el movimiento dependa del espectador) o en movimiento, ya sea manual (Cromointerferencia Manipulable) o con un moto (Cromointerferencia Mecánica). Debido al movimiento creado por el patrón superpuesto, a veces es visible un efecto de volumen, creando profundidad donde no existe. Los colores de los módulos se iluminan y cambian. Según Cruz-Diez esta obra es un “falso prisma” ya que reproduce los colores del espectro luminoso utilizando la segunda capa de líneas negras.
Cruz-Diez fue una de las figuras más destacadas del arte cinético. Su labor se fundamentó en la revalorización del color como una experiencia en sí misma, como fenómeno lumínico, cuyas implicaciones se encuentran más allá de la interpretación o el bagaje cultural. Su obra invita a tomar consciencia sobre cómo las relaciones perceptivas constituyen lo estético y de qué forma cada contexto conlleva a una aproximación diferente de una misma pieza.
Sus investigaciones lo posicionaron como uno de los pensadores clave del siglo XX en el ámbito del color. Contribuyó notoriamente a repensar las relaciones entre artista, espectador y arte, enmarcándolas en un proceso participativo fundamentado exclusivamente en el uso del color. Fue en 1959 cuando Cruz-Diez comenzó una serie bajo el nombre de Physichromie, a través de la cual efectuó la idea de la autonomía cromática y su impacto sobre el entorno del espectador; uno de los resultados fue un importante cuerpo de obras que en décadas posteriores sobrepasó los límites de la pintura y se aventuró en la modificación de diversos espacios por medio de la manipulación del color. Su trabajo enfatiza la participación y la interacción, la percepción espacial y el movimiento como elementos clave para la experiencia artística.