Galería RGR se complace en presentar Julio Le Parc: Encuentros visuales, la primera exposición individual del histórico artista franco-argentino Julio Le Parc en la galería, la cual reúne obras históricas junto a otras más recientes de la trayectoria del artista. El conjunto demuestra la dedicación e insistencia del artista en la experimentación e investigación.
Julio Le Parc (Mendoza, Argentina, 1928) es una de las figuras más reconocidas en el campo de la investigación y las artes visuales experimentales. Su influencia se extiende desde mediados del siglo XX hasta la actualidad, dejando un importante legado en el op-art moderno y el arte cinético.
La exposición enfatiza la cualidad experimental de la práctica artística de Le Parc, la cual siempre va más allá del cinetismo y el abstraccionismo geométrico. Además, su experimentación tiene como propósito replantear la manera en que se asigna valor en el arte contemporáneo. De acuerdo al artista, el valor de una obra de arte no está establecido, sino que siempre está “activo” y en constante transformación.
Para Le Parc resulta indispensable que la obra vincule al sujeto con su espacio real y su espacio social, para que de esta forma pueda tomar conciencia de su experiencia ante los fenómenos. En este sentido, el valor artístico no se encuentra en la materialidad del objeto ni tampoco en el espectador, sino en la interacción entre sujeto y obra.
A partir de obras bidimensionales y tridimensionales móviles, pertenecientes a tres momentos distintos de la carrera de Julio Le Parc, la exposición presenta experimentos que permiten diversificar la experiencia humana en relación al arte. Se exponen cinco series, Surface-Couleur (1959 - 2022), Lumière (1959 - 2022), Continuels-Mobils (1960 - 2022), Déplacement (1963 - 2022) y Alchimie (1988 - 2022). Cada serie revela cómo las exploraciones de Le Parc -en los campos de la luz, el movimiento y la percepción- no tienen solo dimensiones visuales, sino también sociales y tecnológicas.
En Surface Couleur Julio Le Parc privilegia de igual manera a la forma y al color; dos elementos que le han permitido generar diversas variaciones y lo han llevado a pensar en la duración indeterminada de estos componentes.
Desde 1959, Julio Le Parc comenzó a experimentar con el color sin el objetivo de hacer colorismo. Compuso una gama completa de 14 colores que, a su parecer, resumían todas las variaciones posibles de mezclas cromáticas. Sus experimentos consistieron en hacer composiciones a partir de solo esos 14 colores. Lo que lo impresionaba era la cantidad de cambios posibles contenidos en cada programación. Le daba gusto imaginar todas esas variaciones sucediendo en el tiempo.
Sus cálculos en las probabilidades de combinaciones lo hicieron reflexionar sobre el tiempo y el movimiento sobre la superficie. En esa época había calculado que para ejecutar todas las variaciones resultantes de un solo sistema y con un ritmo de dos días por variaciones, le hubiera sido necesario 150 años.
A comienzos de 1988, aparecieron las primeras Alchimie a partir de pequeños bocetos. De acuerdo a Le Parc, estos esquemas son el producto de ideas surgidas de observaciones fortuitas que -poco a poco- se concretan, se imponen y finalmente, reclaman el derecho a existir. Lo que inicialmente fueron una multitud de dibujos, se convirtieron en puntos de partida de otras ideas y otros cuadros más grandes.
En Alchimie Julio Le Parc parte de un fondo negro para luego distribuir, prácticamente en todo el lienzo, puntos violeta, azul, verde, amarillo, anaranjado y rojo. Las figuras geométricas creadas en la superficie son consecuencia de una ilusión óptica, ya que se trata de secuencias de puntos que el ojo observa como trazos continuos. Los puntos de colores convergen en el espacio para crear nuevas tonalidades, dar profundidad e incluso hacer juegos entre luz y sombra. En esto radican las constantes investigaciones de Le Parc sobre el trabajo del ojo humano para incitar a la experiencia sensorial que se da por la combinación entre ver, crear y sentir.
De acuerdo a Julio Le Parc, las primeras experiencias con la luz fueron hechas a finales de 1959 dando pie a su serie Lumière. En ellas se utilizaba la luz en pequeñas cajas, con el fin de reproducir, combinar y multiplicar -por medio de pantallas compuestas por placas de plexiglás en forma de prismas- cuadrados y círculos.
Este mismo principio se aplicó en otras experiencias, derivadas del manejo de los materiales y de la diferenciación de los problemas. No se trataba en este caso de realizar cuadros luminosos. Para Le Parc, la experimentación con la luz tenía como fin aprehender el potencial de variaciones y manifestarlo en un solo campo visual. La luz era el medio por el cual, de distintas formas, se circunscribía al espectador, se le ubicaba dentro de un fenómeno.
Con estos experimentos Le Parc encontró un gran potencial para problematizar las nociones de movimiento, de inestabilidad y de probabilidad. La serie Continuels Mobils enfatiza en las contingencias externas a la obra y en las experiencias visuales que estas originan. De esta forma, Le Parc se alejó de la noción de obra estable, única y definitiva. En palabras del artista, con esta serie se abordó la “múltiple variedad de situaciones en una misma experiencia”.
Las investigaciones de la serie Déplacement se enfocan en la experiencia del espectador y en el fenómeno que se genera al momento de desplazarse frente a la obra. Con su movimiento, el espectador conseguía expandir la obra. Le Parc se interesó por producir este efecto dentro de la misma constitución de la obra, lo cual resultó en varios experimentos.
Primero comenzó experimentando con la lumalina (espejo de celuloide metalizado) haciendo placas curvas reflectantes que deformaban las imágenes. Luego siguieron obras que se basaban esencialmente en el desplazamiento del espectador; entre ellas, aquellas en las que el tema predeterminado cede su lugar a las imágenes circundantes. Un panel de láminas reflectantes fracciona y multiplica las imágenes que se encuentran en el lado opuesto al espectador y este, a su vez, se encuentra fraccionado y multiplicado por otro espectador que estaría del otro lado del panel.
El interés de Julio Le Parc por hacer partícipe al espectador en la constitución del arte, lo llevó a desarrollar un proceso creativo que abre la posibilidad de obtener infinitas composiciones. Para Le Parc la presencia simultánea entre la obra de arte y el espectador produce el surgimiento del sujeto contemporáneo, con una nueva conciencia histórica y social. Esto es de gran importancia para el artista, pues quiere que se reflexione sobre el lugar que debería ocupar el arte en la cultura de masas y de consumo.