(Bolívar, Venezuela, 1921 - Caracas, Venezuela, 1990)
Alejandro Otero fue uno de los artistas venezolanos más influyentes del siglo XX, quien se destacó por la revalorización de las relaciones entre luz, espacio y percepción. Estudió artes plásticas en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas y más tarde residió en París gracias a una beca estatal.
Su serie conocida como las “Cafeteras” fue por medio de la cual abandonó la figuración por la abstracción geométrica. A través de esta, llegó a formar parte de “Los Disidentes,” un grupo de artistas venezolanos radicados en Francia que buscó renovar el arte de su país natal. Más tarde desarrolló los Coloritmos: pinturas modulares de formatos rectangulares, hechas con materiales modernos como la laca automotiva, aplicada con aerosol sobre soportes de madera o plexiglás. La idea era atraer al espectador en un proceso constructivo en donde los ritmos y los espacios se confunden, extendiéndose más allá de las pinturas mismas.
Posteriormente se dedicó a la investigación y exploración de esculturas cívicas, resultado de su continuo interés en las relaciones espaciales y sociales de las obras de arte. Para Otero, después de todo, el arte significaba “un drama personal en el que el hombre moderno puede reconocer su imagen.” En esta línea, formó parte del grupo de artistas que realizaron obras para la Ciudad Universitaria de Caracas.