(Caracas, Venezuela 1964)
La versatilidad de Magdalena Fernández como artista es reflejo de su paso por los campos de la física, las matemáticas, el diseño gráfico, las artes visuales y las artes sonoras. Desde la década de 1990 comenzó a experimentar con obras participativas que hacían eco de la profunda historia modernista del arte venezolano, aludiendo a intervenciones en espacios públicos y experiencias colectivas, similares a las que configuraron artistas como Jesús Rafael Soto.
A partir de entonces, Fernández ha mantenido un diálogo con sus predecesores modernistas, estableciendo vínculos formales en medios más recientes, tanto analógicos como digitales, que materializan la abstracción como un discurso histórico sujeto a ampliaciones, modificaciones y recuperaciones. Parte importante de este proceso de vinculación es devolverle a la abstracción su mundanidad, su conexión con el entorno natural y todos aquellos paisajes visuales o auditivos cuyas experiencias trascienden la representación o la metáfora. Para Fernandez la inestabilidad del canon de la abstracción encuentra ecos en la inestabilidad de la naturaleza: el cambio, el movimiento, la fragmentación y la transformación. Todos estos elementos constituyen el punto de partida para relacionar arte, artista y espectador.
A partir del video, la instalación, la escultura, el dibujo y la obra gráfica, la artista traslada el cuerpo a estructuras que tienden hacia el cambio, promoviendo la fluidez de aquello que en principio parecería enteramente sólido.
Actualmente vive y trabaja en Caracas, Venezuela.