(Caracas, Venezuela, 1923 - París, Francia, 2019)
Carlos Cruz-Diez fue una de las figuras más destacadas del arte cinético. Su labor se fundamentó en la revalorización del color como una experiencia en sí misma, como fenómeno lumínico, cuyas implicaciones se encuentran más allá de la interpretación o el bagaje cultural. Su obra invita a tomar consciencia sobre cómo las relaciones perceptivas constituyen lo estético y de qué forma cada contexto conlleva a una aproximación diferente de una misma pieza.
Sus investigaciones lo posicionaron como uno de los pensadores clave del siglo XX en el ámbito del color. Contribuyó notoriamente a repensar las relaciones entre artista, espectador y arte, enmarcándolas en un proceso participativo fundamentado exclusivamente en el uso del color. Fue en 1959 cuando Cruz-Diez comenzó una serie bajo el nombre de Physichromie, a través de la cual efectuó la idea de la autonomía cromática y su impacto sobre el entorno del espectador; uno de los resultados fue un importante cuerpo de obras que en décadas posteriores sobrepasó los límites de la pintura y se aventuró en la modificación de diversos espacios por medio de la manipulación del color.
Su trabajo enfatiza la participación y la interacción, la percepción espacial y el movimiento como elementos clave para la experiencia artística.